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La travesía de Miguel de la Hoz

El ex futbolista concede una entrevista a Lancelot Medios para contar su experiencia y ayudar a jóvenes deportistas 

  • Guillermo Uruñuela
  • Archivo
  •  

    Era lunes, festivo, y la bandera canaria inundaba las redes sociales por la celebración de uno de los días más importantes del archipiélago. El sol brillaba y la playa de “La Peñita”, en Puerto del Carmen, estaba repleta de gente disfrutando de una jornada distendida. Había quedado con Miguel de la Hoz después de comer para tomar un café. Él me lo pidió. Quería contarme su particular travesía estos últimos años y, como si de un náufrago que pasó mucho tiempo a la deriva se tratase, me recibió con la seguridad del que ve la costa a lo lejos tras mucho remar.

    Un buen día la vida se le torció a Miguel y cuando echa la vista atrás no sabe ni el cómo ni el porqué, pero sucedió. Sin tapujos me relató que se encuentra en el Centro Terapéutico de Zonzamas y esa tarde estaba disfrutando de una especie de permiso. “A día de hoy me encuentro fenomenal aunque no es fácil y dentro de este proceso en el que estoy inmerso lo primero que he hecho es perdonarme a mí mismo”, me comentó de la Hoz. Llegó un momento en el que todo se le vino encima y necesitaba parar; “estaba muy mal, con ansiedad, estrés negativo, rabia interna y cada vez necesitaba más a menudo sustancias para evadirme”. Cuando no pudo más, Miguel me narró con  orgullo que pidió ayuda sin miedo. “Creo que es la mejor decisión que he tomado en mi vida porque había llegado al límite de mis posibilidades”, afirmó.

    Mientras charlamos, a lo lejos nos saluda Aday Gil, que fue el encargado de llamarme para vernos ya que Miguel no tiene móvil en estos momentos. Sentados en una terraza a pie de playa, aparecieron Maciot “El Negro” y Falo. Charlamos un rato de fútbol antes de continuar con nuestro particular cometido que no es otro que plasmar en un papel el relato de una persona que está dejando atrás una vida oscura y decadente, intoxicada por sustancias, para que los más jóvenes sepan lo que puede ocurrir si uno se desvía en la inconsciencia propia de esta etapa inmadura.

    Vemos fotos de fútbol antiguas. En una salen el propio Miguel con “El Negro” y de cuclillas, con cara de pipiolo, un Rubén Méndez muy presente en nuestra conversación. “El Gato” es algo así como el tutor de Miguel cuando éste abandona el Centro de Zonzamas. Hablaron de la instantánea y repararon en las botas. ¿Éstas Mizuno eran mías, no? Preguntó Miguel. No, eran las Nike Tiempo, le contestó Maciot. Y todos coincidimos en que antes las botas eran otra cosa; sin colores ni plástico. Realmente ese encuentro tuvo mucho de fútbol y también de vida porque ambos mundos paralelos tienen mucho en común. La gente que ha pegado patadas a un balón tienen una conexión especial, de eso no tengo dudas.

    Esos “cuarentones” fueron niños felices en su infancia. Miguel comenzó su andadura en el Torrelavega antes de pasar por las filas del Orientación Marítima y de la UD Lanzarote con la que debutó en Tercera División a los 16 años. Con la elástica rojilla consiguió el histórico ascenso a la categoría de Bronce del fútbol español y disfrutó muchos años de aquello. Algo que le sigue apasionado y que retomará, de alguna manera, cuando se encuentre a pleno rendimiento. “El deporte es mi vida y siempre lo será” aunque por su carácter competitivo es consciente de que lo tiene que asumir desde la tranquilidad porque “todo en exceso es negativo y te puede llevar a la frustración”, algo que Miguel intenta evitar para alejarse de los malos hábitos.

    No es un camino sencillo porque sabe que la droga no desaparecerá de la sociedad y tiene que poner en práctica las herramientas que ha adquirido para poder vivir sabiendo que está ahí. Conoce los pasos que tiene que dar y se ha propuesto echar el freno para “afrontar las cosas sin prisa, sabiendo que hay muchos caminos que te llevan al bienestar y a la realización personal.

    No se marca grandes metas sino “ir día a día con las dificultades que uno se encuentra, pero intento darle la vuelta a las cosas y aportarles un enfoque positivo”.

    Reconoce que el dinero ganado con el fútbol en sus años de juventud no le favoreció, visto ahora con perspectiva, porque en ese momento se juntaron diversos factores personales y amigos que no lo eran. Uno nunca sabe dónde está la línea y de repente se sobrepasa y cuando te das cuenta no entiendes cómo has llegado allí.

    Miguel cuenta ahora mismo con “un conocimiento más amplio” y es más consciente del problema que tiene con las sustancias pero sobre todo cómo repercuten en su persona y en sus seres queridos. Y uno de los mayores estímulos que puede poseer es su hija. “Lo que peor llevo es estar separado de ella, pero sé que haciendo este programa y cambiando mis actitudes del pasado estará orgullosa de su padre”. De la Hoz lo tiene claro: “no hay excusas. No se puede ser esclavo de tu pasado sino arquitecto de tu futuro”.

    Cuando “El Negro” se burló de él cariñosamente por tomar café descafeinado con sacarina me di cuenta de una cosa. Miguel tiene a su lado a su familia pero también a esos compañeros de equipo que te arropan cuando te sale un mal encuentro y te vas a casa frustrado. No han dejado de ser esos chinijos que correteaban por el “Poli” en calzones cortos y saben que se tienen los unos a los otros. Eso es elogiable e importante.

    Para poner el sello a nuestro encuentro sólo faltó que Maciot o Rubén o Aday o cualquier otro le hubiese dicho. Miguel, cabeza alta que el gol encajado ya no lo podemos remediar pero sí podemos pelear por darle la vuelta al resultado en la segunda parte, y nosotros te ayudaremos.

    Suerte Miguel y a por ello.

     

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