El canario Pedri mete a España en la Final Four
En un partidazo de prórroga, emociones fuertes y tanda de penaltis, España entra entre los cuatro mejores de la competición
En un partido que parecía de otra competición, con una pintura de noche mágica, España escaló a la Final Four de la Liga de las Naciones. Un torneo que era un estorbo en su nacimiento, se licenció en Mestalla entre prórroga, tanda de penaltis, suspiros, calambres y dos rivales de alta sociedad. Tras todas esas curvas, la selección española rellenó la plaza en la élite con Unai Simón de último fetiche.
Tras un 2-2 en noventa mlnutos, aguardó una prolongación brutal. En ese parque de atracciones hubo ratos para todo. Cuando el partido se disputaba con la nuez destrozaba, llegó el momento de los elegidos. Huijsen lanzó en largo sobre Lamine Yamal, que controló con la izquierda, domó con el tacón derecho, retorció a Maatsen y envió un zurdazo de jeques a la red. Ni así se rindió la escuadra de Koeman, que encontró otra vez la igualada.
De inicio, De la Fuente agitó el cuadro de la selección. Pedri, el ordenanza natural del juego ofensivo, dejó su puesto a Dani Olmo; en la derecha, Mingueza, con buen pie, ocupó el lateral; y Morata soltaba su plaza para que la ocupara Oyarzabal, con el que De la Fuente se iría a una expedición a la Antártida.
Un penalti para empezar
Una infracción de tráfico dentro del área de Van Hecke sobre Oyarzabal tiró el caballete por los aires. El penalti rompió los mapas previstos y el zurdo que nunca se pone nervioso abrió el resultado. Era el momento de ver respuestas de ambas selecciones.
Para Países Bajos, impactada por el suceso, llegó el momento de abrir las puertas de la cocina, una temeridad cuando en el campo vuela Nico Williams, al que Verbruggen dedicó un paradón. Antes, Oyarzabal había encontrado otra vez puerta, pero en fuera de juego.
Huijsen, como un veterano
Para España fue el momento de exhibir el frac, en especial por parte de Huijsen, un central de medias bajadas, que cuando avanzaba con el balón parecía capaz de doblar una caja fuerte con un palillo. El zaguero parecía llevar una década en la defensa española. La selección española rondaba el segundo antes de que Países Bajos volviera a meter el partido en la nevera.
Holanda, superior en Rotterdam, encontraba amurallada la banda de Frimpong, donde Cucurella encontraba la ayuda de Nico. No había noticias de la apisonadora neerlandesa de la ida. Sólo Gakpo inquietaba en alguna escaramuza por la izquierda. En el área esperaba Memphis Depay, lejos de los aires de un puesto en el que después de una divinidad, Cruyff, aparecieron Van Basten, Bergkamp o Kluivert.
La suerte de Depay varió cuando forzó un penaltillo en un forcejeo con Le Normand. Igualó y su talento se desparramó en varias jugadas. España entró en estado de 'shock' con Países Bajos al mando de las operaciones.
Pánico en la segunda fase
Cuando España se quitó la capucha apareció de nuevo Nico Williams, una perforadora por la banda izquierda. El partido entró en un tiovivo. Una contra monumental entre Lamine y el propio Nico la culminó Oyarzabal con la cabeza. Había huellas de partido grande en cuanto a emoción.
Una pérdida de Dani Olmo en el área española la aprovechó Maatsen para agujerear la escuadra de Unai Simón. España, más vulnerable de lo aconsejable, dejaba el partido en la comba con Ferran, Pedri y Merino en el césped. Países Bajos provocaba ataques de pánico mientras asomaban fantasmas.
Con los equipos hechos cisco, la Liga de las Naciones estaba a la espera de héroes. En la tanda de penaltis había premio y ahí sacó el guantazo Unai Simón, el primer pintor de la selección española.