Tomaic navegará en las aguas del Tiburón de Baltimore
El alero lanzaroteño jugará las próximas cuatro temporadas en la Universidad de Maryland
Corría el año 2000 cuando un joven desconocido de Baltimore se enfundó unas gafas y un gorro de látex dentro de una piscina olímpica. Ese chico llamado Michael Fred Phelps comenzó una carrera meteórica hasta convertirse en uno de los deportistas más reconocidos de todos los tiempos. El “Tiburón de Baltimore” colocó después de muchas brazadas a su ciudad y por consiguiente, a su estado (Maryland) en el mapa como foco informativo mundial, sobre todo, en el ámbito deportivo.
Ahora con 18 años de edad y una maleta cargada de ilusiones, el conejero Joshua Tomaic, alero de la Canarias Basketball Academy -Gran Canaria-, intentará hacer carrera en la tierra de Phelps, defendiendo la elástica de la Universidad de Maryland. El joven jugador, que comenzó a tirar de tres en el Magec Tías, arrancará así una nueva aventura al otro lado del charco, en la liga universitaria –NCAA- . Esta competición se considera la más prestigiosa de baloncesto a nivel amateur; respetada, valorada y cuna donde se formaron muchas de las figuras que militan hoy en el NBA.
Es quizá el peldaño previo a estar codeándote con los grandes. El draft de la NBA, todas las temporadas, está repleto de estos jóvenes que intentan dar el salto al deporte profesional. Además, ahora con el cambio de la normativa de acceso a esta prueba de selección, los jugadores universitarios no sólo cuentan con una oportunidad de ser elegidos, sino que pueden intentarlo las veces que consideren oportuno durante los años de estudio. Es decir, Joshua tendrá cuatro años para presentarse si así lo estima, aunque considera que hasta el tercer año no se ve preparado para dar el paso.
Por delante, una oportunidad única que no piensa desaprovechar. El tiempo, el trabajo y los diferentes aspectos externos colocarán a este conejero en el panorama baloncestístico. Desde luego, en la entrevista concedida a este medio, previa a su partida, se puede apreciar dentro de ese descomunal y envidiable cuerpo de más de dos metros la mirada ilusionada de un joven de tan sólo 18 primaveras con ganas de comerse el mundo.